Treinta y tres minutos, seis segundos

****ld Hombre
345 Publicación
Autor de un tema 
Treinta y tres minutos, seis segundos
«The best things in life are free
But you can’t keep 'em for the birds and bees
»

La voz de Lennon retumba al final del «With the Beatles» diciendo verdades como puños. Verdades que no son suyas, sino de Berry Gordy y Janie Bradford, grabadas en 1959 para el histórico Tamla y que supusieron el primer éxito en los USA de la Tamla Motown en la voz de Barrett Strong. Strong era un año más joven que Lennon, consiguió su éxito cuatro años antes de que la grabasen los Beatles y vivió cuarenta y tres años, que se dicen pronto, más que John Lennon. Quizá amasó una fortuna, pero fijo que muy inferior a la del beatle. Y casi aseguraría que es más de cuarenta y tres veces menos conocido que él.

La voz que suena es la de Lennon. No sé por qué hemos follado con el «With the Beatles» de fondo. Supongo que tendría ese álbum abierto en la aplicación del móvil que utilizo para reproducir música y que conecto a los altavoces bluetooth que tengo a los lados de la cama. La cuestión es que es Lennon, explicando que puede ser que las mejores cosas de la vida sean gratis, pero que poco valor tienen para él. Las cosas gratis, para los pájaros y las abejas. A él dale pasta.

Estás desnuda a mi lado, brillante de sudor igual que yo. Es lo que tiene follar a media tarde en Valencia en abril, que te pones con veintilargos grados a hacer ejercicio sin aire acondicionado y claro, me tocará cambiar las sábanas. Cierto es que en esta ocasión no solo por el sudor, sino porque hemos escuchado el disco entero y ha habido bastante emisión de líquidos varios que no hemos podido retener en ningún recipiente adecuado. Media hora da para mucho cuando se aprovecha bien: exactamente, treinta y tres minutos, seis segundos.

«Your loving give me a thrill
But your loving don't pay my bills
»

Me encanta cómo me follas. O me encanta cómo follamos, no sé. Posiblemente lo segundo, pero tu parte del asunto me gusta mucho. No eres la única mujer con la que follo, ni eres la primera ni (espero) serás la última y, sin hacer de menos a ninguna de las demás, me encanta cómo me follas. Te lo he dicho cuando Lennon gritaba que le emocionaba tu amor, casi en plan traducción literaria, que no literal... pero no te he dicho nada sobre las facturas.

— Me encanta cómo me follas.

—Pues estamos de suerte, porque me encanta follarte —me has respondido.

Sigo teniendo la polla dura, pero no lo suficiente como para continuar en acción. Acabo de correrme sobre tu vientre y con tu mano has distribuido mi semen por tu cuerpo, extendiéndolo por tu piel como si fuera algún tipo de crema hidratante. Me he corrido sobre tu vientre porque así me lo has pedido, sino me habría corrido en el condón, dentro de ti. Pero he salido, me he quitado el condón y has terminado cascándome una paja apuntando a tu vientre. Es la primera vez que hacemos algo así, y me ha gustado. Me ha gustado la cara de viciosa que has puesto cuando me la sacudías.

Me ha gustado todavía más la sonrisa con la que has recibido mi corrida, una sonrisa de satisfacción por la recompensa alcanzada, pero también de alegría por mi orgasmo. Sé que te gusta verme así. También a mí me gusta ver tu orgasmo, y más cuando tengo responsabilidad en él.

«Money don't get everything, it's true
But what it don't get, I can't use
»

Lo que no se compra con dinero no me sirve, viene a decir Lennon. No me sirve, o no puedo usarlo, casi literalmente. Está claro que el dinero no lo da todo, pero lo que no te da la pasta, no nos sirve. No es que no quiera usarlo, es que no puede. Ahí da la sensación de que hay como una especie de lamento antimaterialista: no todo es la pasta. Pero claro, vuelve el estribillo machacón: dame pasta, dame pasta, que es lo que quiero.

Si alguien me preguntase ahora, desnudos como estamos tras el sexo, qué es lo que quiero, probablemente no respondería nada. Es el peor de los momentos para hablar de cosas importantes, con las hormonas y demás zarandajas químicas internas revolucionadas. Es el momento de besar, de acariciar, incluso de echar un cigarrito, sea de la risa o de los otros (si uno tiene esos vicios), pero hay que ser muy cauto con lo que se dice, porque no siempre se dice lo que uno piensa realmente y la otra persona, que también anda siendo un cóctel de neuropéptidos endógenos danzantes sin control, puede entender cualquier cosa. Besar, acariciar, sonreír, mirar...

— ¿En qué piensas?

Tu voz sacándome de mi mundo. Y se encienden las alarmas: en boca cerrada, etcétera.

— Estaba escuchando la canción, imaginándome a los Beatles cantándola en directo...

No es mentira. O no del todo. Y sí que, creo, es una respuesta neutra. A ella, respondes colocándote de costado hacia mí, besándome suavemente los labios. Brilla tu piel con una mezcla de sudor y semen, pero también da la sensación de que brillas con una especie de aura post-orgásmica, si es que algo así existe.

— Nunca había follado con esta música de fondo —me dices.

— Y difícil será que lo hagas de nuevo, supongo...

— Pues tenía su punto. Aunque te reconozco que con el «All My Loving» casi me voy al «naino naino ná» en vez de estar a lo que estábamos.

Cuánto daño hizo la versión de Los Manolos. Número tres en España, en 1991, y aún sigue presente en el imaginario colectivo. Es la tercera canción del disco, apenas seis minutos después de haber comenzado. Estaba yo besando tus secretos y noté que se te iban las caderas a lo rumbero en lugar de centrarte en mis esfuerzos. Pelín frustrante. No tengo nada en contra de la rumba catalana, pero nunca deberían haber tenido los derechos para esa versión. Anatema.

Reaccioné de la única forma posible: dándole más al tema, uniendo a mi boca mis dedos en el trabajo inguinal. Como el «All my loving» original apenas dura dos minutos y la siguiente canción es el «Don’t Bother Me» de Harrison, que no conoce nadie, no fue la cosa a mayores: conseguiste centrarte en lo importante y tus humedades me lo confirmaron. En seguida apareció el ritmo y la fiesta de «Little Child», igual de desconocida pero mucho más animada, para intercambiar caricias íntimas como antesala de una primera penetración lenta con su bien de besos repartidos entre pechos y labios, con caricias suficientes como para no dejar un rincón de piel sin manos mientras suena «Till There Was You».

Me gusta ese momento del coito tranquilo, casi como si no hubiera interés alguno en llevarlo hasta el clímax, como realizando una labor de reconocimiento del otro por dentro y por fuera, sintiendo el movimiento de los cuerpos en lo que tiene de rozamiento el asunto, y no tanto dejándose llevar por prisa alguna. Una especie de follada por encima del bien y del mal, como si no se estuviera follando, como si el coito fuese otra forma más de comunicarse, como cuando se sonríe o se mira o se hace un gesto con la mano, sin más. Que, por otro lado, es lo que es.

Y allí comunicándonos, escuchando la respiración, los suspiros y gemidos, las reacciones de los cuerpos cuando la penetración se hace más profunda o menos, más rápida o con más detenimiento, o cuando sale del todo para volver a entrar, pero sin ansia, casi sin necesidad, como en un «porque sí» que no tiene más finalidad, viene «Please Mr. Postman» y claro, la tranquilidad ya no es tal. Y tú no lo sabes, pero después van a llegar «Roll Over Beethoven» y «Hold Me Tight» así que vamos a estar un rato alejados del reposo.

Porque quizá no conoces el disco ni las canciones y quizá ni las escuches mientras follamos, pero están sonando y los humanos somos fantásticos para este tipo de cosas, para reaccionar al entorno aunque no seamos conscientes del todo de qué es lo que está pasando.

No sé qué habría pasado de haber sonado el tema original interpretado por The Marvelettes, pero prácticamente con el primer golpe de charles y el primer «wait!» del coro me has tumbado en la cama y me has montado sin más, para bailarme una fantástica versión encima. Y a mí me encanta cómo bailas, y más cuando bailas para mí, desnuda y penetrada. O me encanta cómo me montas, que sigue siendo lo mismo en este contexto.

Cuando tomas el control y buscas tu goce con mi polla dentro, me siento de algún modo importante, como parte fundamental de tu mundo en ese mismo momento. Me gusta acompañarte en tu búsqueda acariciando tus pechos, jugando con tus pezones, o buscando estimular tu clítoris mientras me cabalgas.

Persigues al placer y lo buscas a través de mi cuerpo y a mí eso me excita muchísimo. Tanto, que no suelo poder aguantar mucho tiempo sin hacer que te venzas sobre mí y, levantando tus caderas, tomar la iniciativa en la penetración, aumentando el ritmo y la fuerza. Esta vez, apenas he aguantado hasta que ha comenzado a sonar el piano de «You Really Got a Hold On Me»: los falsetes de Lennon en el estribillo se han fundido con tus gemidos y los «tighter» tras el solo han venido acompañados de un «más...» tuyo que realmente ha sido la antesala a la locura orgásmica.

El ritmo acelerado del «I Wanna Be Your Man» ha sido lo que me faltaba para salir de debajo tuyo, ponerme encima y comenzar a darte una follada de las canónicas, de las de toda la vida, un misionero sin contemplaciones, sin ánimo de hacer prisioneros. No es que quiera ser tu hombre, como canta Ringo, pero mientras suena su voz estoy siendo tu polla, o la polla que se te está follando, o la polla a la que te estás follando... y eso me encanta y, a juzgar por cómo te expresas, a ti tampoco te parece mal del todo.

Has sabido que estaba a punto. No sé por qué siempre sabes mejor que yo cuándo voy a correrme. ¿Qué tipo de sensibilidad especial tienes? La tienes dentro del coño, en las manos, en la boca... No importa qué estemos haciendo en nuestro camino al orgasmo, llega un momento en el que sabes que estoy a punto. A mí más de una vez me ha asaltado la corrida sin previo aviso, quedándome con cara de «pringao» y lamentando no haber sabido controlarme mejor. Es cuando me has dicho lo de correrme en tu vientre y hemos invertido las siguientes dos canciones en el proceso.

Mi corrida ha llegado con «Not A Second Time», cosa muy propia. Al menos, no en el mismo momento. Pero ahora está terminando ya el «Money (That’s What I Want)», con un Lennon machacón y un coro igual de intenso.

Tengo tu mano en mi pecho, en una caricia suave: me gusta este ser tranquilo que estamos teniendo ahora que se termina el disco.

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Tú no lo sabes, pero «With The Beatles» fue el primer disco de los Beatles (en cassette) que compré en mi vida. No tendría más allá de catorce o quince años, y compré ese y no cualquier otro por la foto de la portada: no sabía casi nada de los Beatles entonces, únicamente que los dos discos (un LP recopilatorio y un single) y la cinta impagable de «A Hard Day’s Night» que había escuchado en casa, comprados en su momento por mi padre durante su breve juventud yeyé, me habían gustado.

Ha llovido desde entonces. La música de los Beatles, juntos y separados, ha configurado mi vida hasta puntos realmente extraños: me han acompañado prácticamente en cada momento importante, en cada alegría, en cada tristeza... Son mi banda sonora, uno de mis campos de estudio, la parte más real de mis días... y eso, sin llegar a convertirme en un friki de libro (aunque supongo que a veces algún ramalazo se me nota).

Tú no eres la única mujer con la que follo, ni eres la primera ni (espero) serás la última y, sin hacer de menos a ninguna de las demás, ya te he dicho que me encanta cómo me follas. Pero como todo en este mundo, es todavía mejor si están sonando los Beatles.
****Si Hombre
1.862 Publicación
curioso, mira que he follado con música en mi vida, pero los Beatles , a pesar de haber sido bealtemaniaco muuuchos años , nunca han sonado en un encuentro sexual.

Un gusto seguir ese álbum que conozco tan bien, mientras nos hacías sentir cada paso de vuestro placer.
*****ema Mujer
1.563 Publicación
Siento decirte que no soy muy de Beatles, pero sin duda ahora voy a escuchar ese disco desde un punto de vista acalorado, que no sé si me invita más a mover las caderas a modo de rumba catalana, o será una danza tribal con sonrisas por orgasmos.
Gracias por hacerlo siempre tan bien.
******r63 Hombre
1.977 Publicación
Buen recorrido sexual por el álbum de The Beatles, pero he de romper una lanza en favor de Los Manolos y su All my loving y es que tengo un video grabado de un karaoke tras una cena de empresa navideña que supone un grato recuerdo, no porque me guste, que es horroroso si no porque supuso mi primer polvo con una compañera a la que me une una gran amistad aún a día de hoy. Y ha llovido, eh? 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼 @****ld
****ld Hombre
345 Publicación
Autor de un tema 
El texto, naturalmente, está estrictamente basado en hechos ficticios.

Gracias por las lecturas y los afectos, en especial a los que quisieron comentar.

Recojo:

Cita de ****Si:
curioso, mira que he follado con música en mi vida, pero los Beatles , a pesar de haber sido bealtemaniaco muuuchos años , nunca han sonado en un encuentro sexual.

En mi caso, tampoco... y eso que yo sigo ejerciendo no sólo de maníaco, sino incluso de teórico del asunto. No soy muy de musicar los encuentros, la verdad. Pero cuando lo he hecho, nunca he recurrido a los Beatles. Una vez organicé en un CD las canciones más indias de Harrison, incluyendo algunas de su carrera en solitario y aquellas cosas grabadas con el Radha Krsna Temple... por aquello del exotismo y porque había juventud y hippismo y sustancias involucradas en el asunto... Pero de eso hace ya tanto (y funcionaron tan bien las sustancias) que tampoco tengo un recuerdo definido.

Cita de *****ema:
Siento decirte que no soy muy de Beatles

Error. Eso es así. De todos modos, el With The Beatles, concretamente, no creo que sea la mejor entrada al universo de los Fab Four. Por típico que sea, más interesante es comenzar con algún recopilatorio para centrar el tiro, y después ir ya al meollo de la cuestión.

Cita de ******r63:
Buen recorrido sexual por el álbum de The Beatles, pero he de romper una lanza en favor de Los Manolos y su All my loving

Con esas veinticinco palabras te habías ganado que te retirase el saludo por los siglos de los siglos amén. Pero como después explicas el asunto y tiene su calentura y su lubricidad, pues viva y bravo. Se comprende: todos hemos sido polvorientos en algún momento.

En serio: gracias por compartir.
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