Mónica

No esperaba la llamada urgente de Tornatore para ese trabajo, no sé que vio en mi, un joven ilicitano recién salido de bellas artes y con pocas colaboraciones en la gran pantalla.

Ayudaba en la planificación del rodaje. Nos llevó meses localizar exteriores que reflejasen el ambiente de un pequeño pueblo siciliano en plena II Guerra Mundial. Al pueblo le pusimos en la película el nombre de Castelcuto.

El buen humor caló rápidamente en el equipo, el director de fotografía me seguía el rollo, por lo que se generó un buen ambiente que llegó incluso a oídos de Ennio el compositor que parecía que me conocía sin haberme visto.

Pero entró ella, y se paró el tiempo. Mónica estaba en su plenitud, sus movimientos me encandilaba, desprendía erotismo cada curva de ese cuerpo tan blanco y exuberante, centro de todas la miradas y fuente de fantasías para todos los allí presentes.

No lo tuve fácil entre su corte de apuestos ayudantes y admiradores, pero conseguí llevarla a mi terreno, con una cita para cenar de picnic
en unas viñas de Chardonnay a solo unos kilómetros de donde estábamos rodando.

Se subió a mi Lambretta, no pensaba que se agarrarse a mi cintura, flipaba en colores, y como no, de vez en cuando abusaba del freno delantero para sentir en mi espalda esos grandes pechos que admiraba.

Me decía loco español "spagnolo pazo" cada vez que le arrancaba una carcajada. Algo de loco tengo, es mi filosofía, el coleccionismo de sonrisas llenando la mochila de momentos.

Descorchamos el mismo vino que hoy

Planeta Chardonnay 2019
@*********nery
100% Chardonnay
Menfi Sicilia 🇮🇹

Nos besamos, nos deseamos, y tumbados contemplamos esas estrellas que parecian tan pequeñas a su lado y con menos brillo que su mirada.

Pudimos fundir nuestros cuerpos, mezclar pieles, sudores y fluídos, pero mi respeto a su figura y lo que representaba frenó todo lo que por deseo soñaba.