El imperio de los sentidos
Estilizada, de porte elegante, vestida de etiqueta.Cuando te vi llegar a la cena, enmudecí.
Sueño y fantasía de tantas noches.
Me temblaba el pulso al tocarte, quizás te noté algo fría después de tanto tiempo.
Te quité eso que tanto te apretaba, y sentí tus aromas de bosque, de esa manzanas confiadas que me llevaban a mi infancia y de bollería recién horneada.
Tu interior dorado me fascinó al instante, quería saborearte
de arriba a abajo, y sentir tu fruto en mi boca.
Acido, con chispa, pero también con un punto dulce que me deleitaba.
Mi lengua era fiesta, tu la invadías y me embriagabas.
Tu y yo juntos, un solo cuerpo, pasión y desenfreno, hasta que de improviso el sumiller me dijo " Caballero ¿desea que descorchemos otro Riesling?