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¿Cuál es tu orientación relacional?

Todo lo que necesitas saber sobre los tipos de relaciones

En este artículo te contamos los tipos básicos de relaciones sexuales y afectivas que existen, para que elijas cuál cuadra más con tu forma de sentir. Para que la monogamia no sea una imposición, sino una opción más. ¡No te pierdas las entrevistas para saber más sobre cada modelo relacional!

Por Cecilia Bizzotto

¿Qué es una orientación relacional?

Seguro que has oído hablar de la “orientación sexual”, la “identidad de género”... pero es probable que eso de “orientación relacional” te suene a chino. Es un concepto en alza y que sirve para definir la manera con la que elegimos relacionarnos sexual y afectivamente. Es un término que a mí me encanta y que implica que…

  • No se da por hecho que la única manera de vincularnos sea desde la monogamia, sino que hay un abanico relacional vastísimo dentro del cual podemos elegir la opción con la que nos sentimos más cómodas: poliamor, monogamia, pareja abierta, polifidelidad… Hay un espectro de opciones igual de válidas dentro del cual puedes escoger.
  • Esta orientación relacional es elegida y fluctuante. Vivimos vidas líquidas donde ha desaparecido el "para siempre". Donde nuestras identidades y orientaciones fluctúan a lo largo de nuestro momento vital. Y donde nuestra forma de amar puede adaptarse a nuestras circunstancias. ¿Es posible pasar de una relación abierta sexual afectiva, a una relación exclusiva? Por supuesto, y no es ni un fracaso ni una involución. Puedes cambiar tu orientación relacional tantas veces como quieras y necesites tú y las personas con las que te vincules. Puedes probar, equivocarte, intentarlo otra vez, experimentar… ¡Sé libre de vincularte como quieras!

 

¿Qué tipos de orientaciones relacionales hay?

Principalmente, distinguimos entre 2 espectros:

 

1. Monogamia

La monogamia implica exclusividad sexual y afectiva. Es decir, solo puedes follar con tu pareja y puedes amar solo a esa persona. La infidelidad, por tanto, será la ruptura de este pacto. Sin embargo, es un pacto que muchas veces queda implícito, que se da por hecho. Es más, en ocasiones ni llegamos a plantearnos qué es la infidelidad para los miembros concretos de la pareja.

Por ejemplo: para una puede ser infidelidad que su pareja se acueste con otra/o, para otra, el coqueteo e, incluso, para algunas, el mero hecho de poner un “like” en Instagram puede ser considerado infidelidad.

La monogamia puede ser entendida como una forma de vincularse (esa exclusividad sexo afectiva) y como un sistema cultural que responde a los ideales del amor romántico basados en la posesión, los celos, la reproducción, la familia nuclear, el matrimonio…

Según los ideales monógamos, la pareja es el centro de todo, nuestra “media-naranja” (porque estamos incompletas, supuestamente), es la persona con la que cohabitamos, criamos y a la que debemos unos cuidados y una responsabilidad afectiva muchísimo más grandes de las que debemos a nuestras amigas o familiares. Te han dicho que tu pareja está por encima de todas las cosas y que, en nombre del amor, todo lo vale (incluso el maltrato). La monogamia es el sistema cultural que ha permitido la dominación del hombre sobre la mujer: para que ellas cuiden y críen y ellos produzcan, nos hemos inventado un sistema sexo-género que atribuye unas cualidades a unas y otros. Ellas son dulces, frágiles, dependientes, complacientes, irracionales… y ellos son independientes, valientes, seguros, ambiciosos… El género responde a las necesidades de la monogamia y está, a las del capital.

Sin embargo, una cosa es criticar el sistema y otra, las relaciones interpersonales entre los individuos. La realidad es que puedes haber elegido la exclusividad sexo afectiva sin estar de acuerdo con estos ideales del romanticismo tóxico.

Puedes elegir una relación exclusiva de forma temporal o duradera, porque ambas partes de la relación así lo desean y buscando activamente una vinculación, una ética que no se base en la posesión del otro y deconstruyendo los celos, la idea de la “media naranja”... Las personas que eligen tener relaciones exclusivas no son menos “cool”, menos feministas o están necesariamente menos deconstruidas.

La monogamia es, a mi juicio, una orientación relacional igual de válida que cualquier otra. No entendida como sistema sino como orientación relacional. Y, de hecho, como somos fluctuantes, muchas personas empiezan en monogamia, abren sus relaciones en el plano sexual o afectivo, las vuelven a exclusividad cuando lo necesitan… ¡No hay una evolución ni una dirección "mejor" en como nos relacionamos!

VÍDEO: Entrevista a Sara Kibum, monógama.


¿Quieres conocer más sobre ella? Haz click aquí.

2. No monogamia

La no-monogamia implica que no haya exclusividad en algún aspecto, ya sea sexual o afectivamente. Hay muchos tipos de orientaciones no-monógamas:

 

Relaciones no exclusivas sexualmente

Estas son aquellas en las que tenemos una única pareja afectiva con la que podemos cohabitar, criar, tener proyectos en común o ninguna de las anteriores, y acordamos explícitamente tener encuentros sexuales con terceras personas. Generalmente en este tipo de relaciones se consideraría una infidelidad el enamoramiento de otra. Esto es porque se considera que el sexo y el amor son entidades divisibles y los afectos están relegados solo a la pareja, mientras que el erotismo se comparte con otras.

Hay dos tipos principales de relaciones no sexualmente exclusivas:

  • Swingers: Las parejas swingers son aquellas que acuerdan tener encuentros con terceras personas, estando siempre ambos miembros de la pareja presentes. El valor principal es el de "compartir" el placer en juntas y se plantea la "compresión" erótica: se obtiene placer viendo a la pareja disfrutar con otras personas. Por todo ello, las experiencias sexuales swingers implican siempre el sexo en grupo: intercambio de parejas, tríos, orgías, gangbangs… Los pactos de fidelidad suelen ser que el acostarse con un tercero sin compartir esa experiencia con la pareja o sin consensuarlo, implica una ruptura del acuerdo.
  • Liberales o abiertas: Las parejas liberales o simplemente "parejas abiertas" son aquellas cuyo acuerdo es que pueden acostarse con terceros sin estar ambos miembros presentes. Por ejemplo, tienen citas y experiencias eróticas por separado, acuden a clubes sexuales con otras… Experimentan su sexualidad más allá de la pareja y de forma consentida. Sin embargo, algunas parejas abiertas eligen contarse esas experiencias tras vivirlas (y en ocasiones esa es parte de la experiencia erótica, el compartir los detalles de la experiencia sexual con tu pareja) y otras prefieren no compartir esos detalles, se dan libertad, pero "ojos que no ven…"

VÍDEO: Entrevista a Kariel y Kyo, no-monógama.


¿Quieres conocer más sobre ellos? Haz click aquí.

Relaciones no exclusivas, sexo afectivamente

Esta manera de vincularse implica que no hay exclusividad ni en los afectos, ni en la sexualidad. Es decir, se permite tener relaciones con más de una persona al mismo tiempo, de manera simultánea, consensuada y con toda la carga de responsabilidad afectiva, cuidados, tiempo… que implica tener una relación. Se multiplican los afectos, no se dividen.
En este tipo de relaciones, generalmente no hablamos de parejas sino de vínculos.

VÍDEO: Entrevista a Alba Centauri, anarquista relacional.


¿Quieres conocer más sobre ella? Haz click aquí.

¿Qué tipos de relaciones abiertas sexo afectivamente hay?

Poliamor, jerárquico y no jerárquico: Las personas que se vinculan en poliamor consideran que el amor no es una fuente que se agote y así como una madre o padre puede amar por igual a todos sus hijos, lo mismo podemos experimentar hacia las personas con las que nos vinculamos sexo afectivamente. Cabe decir que los vínculos poliamorosos no tiene por qué tener relación directa con la sexualidad, ya que se puede ser poliamorosas y asexual (puedo vincularme afectivamente con más de una persona, pero no sentir deseo erótico y que, por tanto, mis vínculos sean solo románticos pero plurales).


Hay personas que tienen vínculos poliamorosos jerárquicos en el que hay una pareja o grupo de polifidelidad (por ejemplo, una trieja) que es la primaria (también llamada "ancla") y que se sitúa en el centro, mientras que el resto de vínculos quedan subyugados a ser secundarios. Se establece una jerarquía de privilegios a base de los cuales acomodar las expectativas de la relación, los acuerdos, los vetos…


En cambio, las personas poliamorosas no jerárquicas consideran que la jerarquía implica autoridad, alguien por encima de otras personas de acuerdo a su nivel de importancia y que esto es poco ético. Los vínculos secundarios tiene poca capacidad de control y agencia y sus necesidades dependen siempre de la relación primaria.

 

Anarquía relacional: Esta filosofía política se traslada a las relaciones para hacer una propuesta redefinitoria de los vínculos en general. La idea de base es que las etiquetas, el nombre que ponemos a cada persona con la que nos vinculamos (amigue, pareja, madre…) da lugar a una serie de expectativas y normas de lo que será la relación.


Por ejemplo, si te digo "eres mi novia" sabes que eso va a conllevar que tengamos relaciones sexuales, quizá que cohabitemos, probablemente que te invite a la cena de Navidad con mi familia y que si estamos un tiempo juntas, quizá un día nos casemos y tengamos hijes. Ese "dar por hecho", esa normatividad de los vínculos, es lo que pretende desterrar la anarquía relacional, en la que se acuerda con cada vínculo como será la relación y qué grado de implicación de cuidados y tiempo se destinará a esa relación.

VÍDEO: Entrevista a Germain Ramon, anarquista relacional.


¿Quieres conocer más sobre él? Haz click aquí.

¿Por qué tantas etiquetas?

Soy una firme defensora de las etiquetas y los hermosos palabros postmodernos que nos sirven para definir y autodefinirnos. Es verdad que el uso indiscriminado de etiquetas puede ser negativo en muchos sentidos: el sobre-etiquetaje es excluyente (muchos conceptos son difíciles de comprender y crean círculos cerrados de conocimiento) y pueden constreñirnos, impidiendo que evolucionemos.

En la famosa escena de la película española "Poliamor para principiantes" se hace una ridiculización evidente del uso de etiquetas en los círculos feministas y no-monógamos. Aunque la escena es divertida y está genial que seamos autocríticas con esta banalización de los conceptos, a mi juicio, sigue siendo súper necesario que utilicemos palabras que nos permitan adscribirnos a una realidad, saber quiénes somos, buscar afinidades, grupos de apoyo…

La crítica del uso de etiquetas para definir la disidencia suele hacerse desde la normatividad. Las personas cisgénero, heterosexuales y monógamas tienen menor necesidad de definirse en un mundo hecho para ellas.

Sin embargo, si tu orientación relacional, sexual o tu identidad de género no son lo que “la sociedad espera” (ejemplo: eres poliamorosa, bisexual o trans) es probable que necesites hacer uso de muchas más etiquetas para ser comprendida.

Por ello, te animo a que antes de criticar las etiquetas de las demás, revises las tuyas y te plantees por qué te incomodan tanto esos términos que desconoces.


¿Cuál es tu orientación relacional? ¿Qué etiqueta cuadra con tu forma de amar y desear? ¡Comparte en el foro!

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