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Sexo, comunicación y consentimiento

Tips sobre comunicación no verbal

¿Cómo consentir prácticas sexuales sin tener que rellenar un formulario? ¿Cómo comunicar de manera erótica durante el encuentro sexual? Aprendiendo a entender más allá de las palabras. En este artículo, Angels Ramis te explica cómo leer a las personas como si fueran un libro abierto.

Por Angels Ramis

Sexo, comunicación y consentimiento
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Formularios de consentimiento, consentimiento interminable y normalización de los abusos.

Hace unos días escribí un correo a mis suscriptores —luego te digo dónde puedes apuntarte para recibirlos— en el que contaba la anécdota de una chica que se lio con un norteamericano, y que este, estando ya en plena faena, le preguntó si no quería «to have sex». Refiriéndose a que quería pasar a la penetración, obviamente.

Más allá de los matices idiomáticos, este correo lo abordé desde mi perspectiva femenina, con la idea de trasmitir a los lectores que para nosotras el sexo va mucho más allá de la penetración.

(Seguramente tú esto ya lo tienes claro, pero créeme: hay muchos hombres que no).

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Un angeliter respondió al correo y me dijo:

«Ten en cuenta que el americano viene de América, y que allí hay «formularios de consentimiento» para follar con universitarias. El chico no querría arriesgarse a una denuncia por violación. De hecho, es lo que viene aquí dentro de poco por la gracia de las feministas que nos gobiernan».

Independientemente de que ese fuera el caso, esto de los formularios no lo conocía y me puse a investigarlo. Lo que encontré en Internet me dejó muy loca, alucinada y desalentada.


Los formularios sobre consentimiento son formularios descargables en los que las partes indican la fecha, la hora y la duración de la relación, qué se puede acariciar y qué no, si están permitidos o no los besos, indicaciones sobre el desarrollo de las prácticas habituales, métodos anticonceptivos, juegos, posibilidad de alargar el encuentro, qué se considera accidente y qué se considera violación…

Espeluznante.

Mi punto de vista es que todo este discurso sobre el consentimiento lo que consigue, en última instancia, es normalizar la presunción de que los hombres son violadores en potencia y de que las mujeres necesitan de mecanismos especiales para ser protegidas. O sea, que la política es la de criminalizar a los hombres y victimizar a las mujeres de forma sistemática y preventiva.

A mí esto no solo me parece descorazonador, también me parece inútil. Porque si tengo que firmar un contrato, si en mi cerebro planea constantemente la posibilidad de que me agredan, o de que me denuncien, pues entonces me quedo en mi casa, me apaño por mi cuenta, y evito cualquier opción de que una relación sexual que me apetecía tener acabe en tragedia.

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Este tema es serio, es candente y es importante, y quiero remarcar que no lo abordo como experta, sino como una mujer con una vida sexo afectiva activa y madre de una niña. Una mujer que, además, como todas las mujeres de mi entorno cercano, ha sufrido algún tipo de abuso sexual, en mi caso, durante la infancia/juventud.

Y a pesar de ello, no comulgo con esta ola de discursos que siento que lo único que hacen es tratar a las personas como incapaces mentales. Porque ese goteo constante de mensajes deja una pátina de delito sobre las relaciones sexuales que, en mi opinión, es tremendamente dañina para el inconsciente colectivo.

Ahora puede que te estés preguntando: ¿y cómo se puede establecer una relación sana, placentera y consensuada sin necesidad de preguntar todo el rato o firmar un contrato?

Pues más allá de lo que puedas hablar con la otra persona dentro de un contexto de normalidad erótico festiva, estando ya en el campo del erotismo puedes echar mano de todo el amplio abanico de las señales no verbales.

Créeme, en estos casos, son mucho más reveladoras sobre lo que siente tu partenaire que el acuerdo que firmasteis hace tres días tomando un té.

Porque como dice Aurora Michavila: «La gente miente, el cerebro no. Y por eso tu cuerpo te delata».

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Comunicación no verbal: cómo leer a las personas como si fueran un libro abierto.

Vamos a la parte práctica, que es lo que nos interesa más allá de las opiniones.

Mira, si tienes dudas sobre algo de lo que estás haciendo, preguntar está bien, pero no es la única manera de obtener respuestas.

Solo el hecho de observar a tu pareja con algo de intención te dará un montón de información sobre cómo se está sintiendo.

Y además es bastante morboso.

Mira en cuantas cosas te puedes apoyar:

1. Expresiones faciales.

Dicen que la cara es el espejo del alma. Y probablemente por eso, nada te dejará más claro si alguien está disfrutando o no que las caras que ponga.


Una cabeza volteada, un rostro relajado, unos ojos cerrados o unos labios entreabiertos son indicadores inequívocos de que la persona está más a gusto que un arbusto.


Sin embargo, si percibes tensión en su expresión, si frunce los labios hacia abajo, o si los entreabre y estira horizontalmente de manera sutil, si arruga la nariz y cierra fuerte los ojos, de ahí puedes deducir que algo no va bien y es momento de reconducir la situación.


Una solución es volver a hacerle algo que te conste que le gusta y en función de su reacción seguir por ahí. O preguntarle directamente.

2. Miradas.

Las miradas conforman casi un lenguaje en sí mismo y son una guía directa —y muy íntima— hacia las sensaciones de tu pareja.


Hay miradas que expresan deseo, otras conexiones, otras juego, otras desafío… ya sabes, ese momento en la cita en el que os sostenéis un momento la mirada y alguien termina bajándola mientras sonríe.


O esa mirada retadora cuando le adviertes a alguien que vas a hacerle algo muy sucio y te contesta que no, pero su mirada te dice que sí, por favor, y no tardes más.


Esas miradas.


Esas miradas lo gritan todo. Disfrútalas como merecen.


Sí, por el contrario, tu pareja evita el contacto visual, o no deja de mirar el móvil, o se pone a mirar el techo (y pensar en Inglaterra), o su mirada es de evidente incomodidad, entonces lo mejor es que te detengas. Puedes decirle que sientes que algo no va bien y que lo mejor es dejarlo para otro momento.


Estos juegos de miradas a veces son muy obvios, pero en ocasiones no se dan, o se dan de manera puntual y es fácil pasarlos por alto. Por eso, y porque en plena relación sexual no estás siempre mirando a los ojos, te recomiendo que de vez en cuando mires a la otra persona y compruebes cómo se siente.

3. Gestos.

Los gestos son también un magnífico indicador del deseo.


Si en una cita una persona se mantiene cercana a ti, si mientras conversáis propicia el contacto físico, si juega con su pelo, si se contonea al volver del baño, si te mira la boca y luego se pasa la lengua por los labios… esa persona te está diciendo con su cuerpo que está lista para escalar la interacción.


Y al revés, si ves que está tensa, si evita que os toquéis, si sutilmente aparta su mano a los pocos segundos cuando tú se la coges… por el motivo que sea no hay interés y no debes forzar nada.


Estas reacciones son fáciles de entender y no suelen dar pie a malas interpretaciones.


Una última cosa: si estás acariciándole alguna zona sensible —los genitales, vaya—, y te coge la mano y modifica lo que sea que estás haciendo (en presión, en dirección, en movimiento), obviamente te está indicando que eso no termina de gustarle.


Déjate guiar por ella y todo irá mejor.

4. Reacciones involuntarias.

Aquí entran todos esos movimientos que no se piensan demasiado, como entreabrir las piernas cuando alguien que te pone te acaricia los muslos, o no se piensan en absoluto: respingos involuntarios, tensión muscular, piel de gallina, movimientos de caderas o arqueos de espalda.


Señales todas de que la persona consiente, desea y goza. Cuando las veas, no hacen falta las palabras. Y si las usas, que sea para añadir morbo, por favor.

5. Señales sonoras.

Acabamos con todo el espectro de sonidos que alguien puede emitir cuando le invade el gustito y no tiene intención de que se detenga.


Y con esto no me refiero solo a unos gritos de culminación. Me refiero a todo lo anterior: respiraciones agitadas, suspiros, soplidos, gemidos, palabrotas, quejidos…


Ojo con los quejidos. Pueden ser una protesta juguetona, o pueden ser causados por una molestia o dolor reales. Interprétalos según la situación.


Y ojo también con el dolor, porque si os movéis en escenarios BDSM, aquí sí que habría que pactar claramente con palabras qué se hace y qué no, preferiblemente con contrato.


Pero esa ya es otra historia, requiere de muchas más palabras y me toca poner el punto y final.
 

¿Tienes algun truco especial para comprender la comunicación no verbal? ¡Cuéntanosla en el foro!

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